Rompecabezas

En lo que fué el peor momento del año, es decir, la semana pasada, recibí un mail de la madre de Qponm con este texto:
"Yo quisiera ir, puedo ir con ustedes?"
Conociendo a la madre de mi hijo no había nada bueno que esperar de una sugerencia así, pero en mi peor semana no podía pensar ni siquiera en eso. Lamentablemente- pensé - hay algo mas importante que vos en este momento, nena - mientras practicaba pacientemente como hacer origami con una sierra eléctrica y una media res (No crean que es imposible, al final salió, pero requirió de toda mi concentración).
Lo cierto es que cometí el error de contestar: "No puedo impedir que vengas, pero no vas a venir en nuestro auto", cuando la respuesta debió haber sido: "si llegás a aparecer te rompo el culo a patadas".
Puede parecer un poco violento habiendo un hijo de por medio, pero a la luz de lo que aconteció después hubiera sido preferible y bastante mas sano.
Lo que sucedió el domingo siguiente fue como un resumen de mi matrimonio. Es decir, llegamos con Qponm y la familia de su mejor amigo (este incluido) a un club lindisimo emplazado en una zona bastante pobre del Gran Buenos Aires en donde me dediqué a cuidar y pasear con Qponm, integrarlo con sus amigos, alentarlo a andar en bicicleta, enseñarle que las bombitas de agua pueden ser divertidas si se tiene cuidado y algo de agallas, consolarlo después de una derrapada de rodillas sobre el cemento, alimentarlo, cambiarlo, ponerle protector solar y Off, consolarlo después de un choque de cabezas en el inflable, perseguir juntos al amigo que lo había sorprendido y lo había empapado, darle la merienda, mojarle la cabeza tres o cuatro veces explicandole por que lo hacia y otras tantas cosas mientras su madre, que se suponía había ido por él, se dedicaba a hacer gimnasia, bailar y departir con los otros padres.
En un momento, bastante temprano, me sorprendí alegre y tranquilo, pensando que mi matrimonio había sido exactamente eso. Y me alegré de haberme separado.
Mas tarde tuve la oportunidad de descubrir como es el juego histérico que ella establece con él. Es sencillo, lo trata como trata una histérica a cualquier hombre adulto. Qponm se cansó de pedirle que lo acompañara a dar una vuelta en su bici. No hubo caso. Bailaba y le sonreía, charlaba y le sonreía y el volvía al playón solo y me decía: No entendí mami. A lo cual yo me preguntaba que era lo que era tan difícil de entender en la frase: Quiero que vengas a dar una vuelta en bici conmigo.
Qponm realmente quería estar con su madre y habitualmente terminaba de rodillas escondido tras un árbol con sus cuatro años y su bici alquilada, enojado no sabia con quien.
Y allí iba yo a tratar de ponerle palabras al asunto, sus palabras, mis palabras, algo que lo ayudara a superar esa frustración.
En eso estábamos una de esas veces cuando ella apareció para despedirse. Qponm no quería saludarla, pero ella tenía un as en la manga. Lo miró y le dijo que por favor la saludara que tenia que irse para su casa que llegaba su hermano, el hermano de Qponm. Qponm, como es lógico, acusó el golpe, tras lo cual ella giró y desapareció. Mi hijo tardó unos minutos en reaccionar y salir con su bici a buscarla de manera mas obsesiva que desesperada hacia ningún lado en realidad mientras yo terminaba el armado que iba desde el mail hasta el abandono final. Cuando logré armar el rompecabezas completo, lo traduje a cuatro años y se lo presenté en abanico en medio de un sendero de cemento con lomos de burro, rodeado de un parque cuidado, con casas perfectas e iguales, en donde una señora mayor regaba una ligustrina con una lluvia perfecta de agua no apta para el consumo humano.
De pronto Qponm bajó la velocidad y dijo:
- Te recordás que ayer me caí?
- Si.
Me señaló la cabeza y dijo - Está dentro de tu cabeza?
- Si, esta dentro de mi cabeza.
Se puso el dedo en la sien - Está dentro de mi cabeza también, pero a veces yo no recuerdo muchas cosas.
- No te preocupes, hijo, todo se guarda ahí, vos lo vas a recordar tarde o temprano-, balbucee.

No fue hasta dos días después que yo recordé lo que realmente fue mi matrimonio y entendí que si logro enseñarle a Qponm a tener otro punto de vista, le estoy dando la posibilidad de que se defienda de ese tipo de actos, vengan de donde vengan.

Un día antes de ese pensamiento, había comprado dos peces naranjas llamados Pimp y una bicicleta azul metalizado de la que mi hijo no se baja excepto para dormir e ir al jardín y sobre la cual lo veo crecer a cada vuelta de pedal. Literalmente. Como puede.