Llueve a cántaros pero a esta altura no importa. Recuerdo haberme empapado con gusto millones de veces, recuerdo las botas de lluvia y saltos sobre charcos y recuerdo llegar tiritando y sacarme la ropa y secarme con la estufa y la toalla. Y ser feliz.
Así que salimos igual con una tormenta. Qponm con sus botas de goma azul, tan mal trazado que daba vergüenza. Y yo dispuesto a mojarme sin tregua con apenas una campera de cuero de oveja y una gorra de tela verde.
Anduvimos por calles anegadas entre tocadores de bocina compulsivos sin importarnos nada de nada.
Terminamos comiendo una hamburguesa de McDonalds en e auto viendo llover por la ventana felices de la vida.
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